Las piedras naturales son materiales que nos rodean por todo el mundo, de hecho, si generalizamos para toda la Tierra, para los astrónomos nos encontramos en un planeta rocoso.
Estas piedras naturales que se extienden por todas partes nos acompañan desde que nacimos como especie, y como materia nos han ayudado en muchos aspectos a desarrollarnos.
Nos proveían de materia prima para elaborar todo tipo de herramientas cuando apenas despertábamos como seres medianamente inteligentes.
Poco a poco, las piedras naturales en todas sus variedades fueron adoptando nuevas formas para ser destinadas a nuevos usos.
Así, además de herramientas fueron elaborándose elementos de construcción, piezas artísticas y decorativas, y un sinfín de piezas que fueron llenando muchísimos espacios a nuestro alrededor.
Está ampliamente probada su bondad como material, puesto que, además de la enorme diversidad y belleza que ofrecen, las piedras naturales han mostrado ampliamente su durabilidad y nobleza a lo largo de los siglos en multitud de ejemplos.
A pesar de esto, desde hace muchos años, fueron apareciendo materiales artificiales que abarataban los costes de producción y que pretendían imitar a la piedra.
Huelga decir que las imitaciones siempre se quedan ahí, sin alcanzar a lo verdadero. Bien es cierto que en ocasiones ni siquiera pretenden alcanzarlo, pero la verdad es que muchas veces, a la hora de adquirir algo nos guiamos básicamente por el precio.
Hay que dejar claro que todos estos materiales artificiales quedan en clara desventaja si lo miramos desde el punto de vista medioambiental, puesto que el proceso de elaboración requiere un consumo de recursos muchísimo mayor que en la piedra natural.
Y es que además, como hemos dicho, la estética nunca se puede igualar. La vida y el envejecimiento de la piedra natural son inimitables…
Las comparaciones son odiosas, pero en este caso, es evidente que la piedra natural siempre superará, en el conjunto de aspectos que la definen como material, a los materiales artificiales.