La relación entre piedra y hombre es algo que se remonta a nuestro nacimiento como especie.
Es muy importante darse cuenta de que nuestro planeta ofrece un entorno repleto de piedra a lo ancho y largo de todos sus continentes.
Este material abundante, duro y pesado, sirvió en la Prehistoria como base para las primeras herramientas.
Como las demás realidades concretas, la piedra está ahí, pero sólo pudo adquirir toda su realidad cuando el homínido la asió con sus manos.
Aquel ser primitivo no solo la aprehendió físicamente, sino que la fue incorporando a su pensamiento. Aquello fue el comienzo del relato entre piedra y hombre.
A diferencia de otros objetos de diferente naturaleza, la dureza, solidez y permanencia de la piedra, fueron, desde los albores de su consciencia, una evidencia para el ser humano.
Y el constante manejo de toscos instrumentos pétreos, durante tres millones de años, impulsó cambios en el comportamiento de aquellos homínidos, a la vez que la lenta encefalización de su cerebro originó importantes cambios genéticos.
Parece evidente que el estímulo que la piedra ejerció sobre el desarrollo sociobiológico se hizo patente en una constante selección técnica que facilitó la creación de instrumentos, llave de la humanización.
Las primitivas técnicas de experimentación con la piedra se basaron en las conocidas pautas de ensayo y error.
Se puede uno imaginar el enorme esfuerzo realizado por aquellos seres, durante cientos de miles de años, golpeando trozos de piedra, tanto para conseguir formas más efectivas, como para transmitir sus experiencias a las generaciones sucesivas.
Hay que apuntar que muy pocas veces encontramos la loa que merece la piedra por haber sido espuela del homínido y herramienta del Homo.
Esa falta de consciencia, es también prueba de la falta de objetividad sobre un fenómeno tan enriquecedor como lo fue el contacto del ser humano con la piedra.
Lo cierto es que en prácticamente todas las regiones geográficas de la Tierra en las que el ser humano se fue asentando ha estado presente la piedra como un denominador común.
Piedra y hombre se ha constituido pues como una relación antiquísima y constante de la cultura humana, y este material natural como un instrumento y fermento de humanización.