En muchas ocasiones los lavabos de piedra son un producto demandado por el cliente que busca algo rústico a la vez que elegante, salvaje y natural, perdurable y sólido.
Cuando hablamos de lavabos de piedra hablamos de los elaborados en materiales comerciales pero a los que se deja unos acabados, sobre todo en las caras exteriores, bastante rústico, como apiconados, abujardados o con rotura natural (propia de la extracción del bloque en cantera u obtenida con el escafilador). Los interiores (el vaso) siempre tienen un acabado fino para que el tacto sea suave (pulido o apomazado).
En ocasiones se utilizan piezas obtenidas directamente del medio natural, con la forma que el paso del tiempo le ha impuesto y en las que el vaso se adapta (o no) a la forma exterior. En este tipo de piezas se refuerza la sensación de la naturalidad.
También se usan piezas reutilizadas tipo sillares, escalones, otras piezas de cantería, en las que la forma del vaso puede tener cualquier forma o medida. En ellas se refuerza la sensación de pieza con historia.
En estos últimos casos es frecuente que sea el propio cliente quien aporta la pieza a trabajar, obtenida muchas veces de derribos o escombros aprovechables.
Trabajar este tipo de materiales tiene una complicación extra, puesto que siempre hay que bregar con caras irregulares, con medidas y espesores variables; pero al final el resultado es muy bonito, por el contraste entre las partes antiguas y el trabajo realizado.
En esto hay que resaltar que las piedras siempre sorprenden. Una pieza que, por la suciedad, la pátina que adquiere con el paso del tiempo y el acabado superficial rústico no permite ver su verdadero tono, cuando se corta y, sobretodo, cuando se va lijando la superficie hasta apomazar o pulir nos muestra un color, vetas, aguas que no imaginábamos al principio.
Ese el encanto de la piedra natural…