Las escaleras de caracol de piedra han sido utilizadas en arquitectura monumental desde hace siglos.
En su tratado de arquitectura, Vignola ya habló de este tipo de escaleras en el siglo XVI.
También Alonso y Andrés de Vandelvira hablaron del caracol de husillo, exento, de Mallorca, de emperadores…
Los grandes maestros del renacimiento las incorporaron en sus construcciones, aunque la mayoría eran de husillo recto.
En la época de las grandes catedrales góticas ya habían sido parte integrante de su construcción para acceder a sus distintos departamentos.
Y por regla general solían ser de husillo recto, aunque en el gótico levantino existen de husillo helicoidal (las denominadas escaleras de caracol de Mallorca).
Este último tipo deja un hueco central formado por la forma helicoidal de piedra que permite ver todo el trazado de la escalera.
Un ejemplo estupendo de este tipo se puede admirar en la Lonja de Valencia, que, con pasamanos incluido, supone un verdadero alarde constructivo.
Este tipo de escaleras de caracol es muy práctico, y se encuentra en castillos, iglesias, monasterios y obras civiles, adosado o semiempotrado en los muros, ocupando poco espacio y dando realce a la construcción.
En resumen, las escaleras de caracol puede ser levantadas simplemente con peldaños en forma de cuña, que acaban en un tambor, que conformará el pilar sobre el eje.
También, este husillo elemental puede ser mejorado con la labra del intradós, con la apertura de un ojo en lugar del nabo central o con la elaboración de pasamanos.
La escalera se complicará sucesivamente con estas mejoras, pero siempre conservará la ventaja de mantener todas las piezas iguales.
Esta seriación de las piezas, la facilidad de su montaje y la reducida ocupación en planta, hacen de las escaleras de caracol la conexión ideal para los diversos niveles de algunas grandes construcciones históricas.